martes, 2 de abril de 2019

Entrevistem al asturià "Ún de Grao"

“Ún de Grao” es la propuesta personal de José Martínez Álvarez (Grao, 1978), músico y compositor que hunde sus raíces en la tradición folk asturiana para acercarla a diferentes estilos de la música urbana como el rock & roll, el jazz o la bossa nova.  
Comenzó su andadura musical en los 90 formando parte de varias formaciones rock amateur de su localidad natal. 
En torno a 2007, entra a formar parte de la escena folk en grupos como “Pelgares”, “Duerna”, “Tríu Corzobeyos”, “Orquesta Céltica Asturiana”, “Degañan's”, el espectáculo de música y danza “Tradicionando”, “La Bandina'l Bache” que acompaña a Héctor Braga, y “Dobra”, la actual formación del maestro gaitero Xuacu Amieva. 
A finales de 2016 comienza su carrera en solitario con el lanzamiento del EP “Ún de Grao”, en el que reúne una pequeña selección de tonadas y cantares de ronda acompañados de guitarra, que partiendo de la métrica y la prosodia de la canción tradicional discurren por patrones propios del soul, el country o el rhythm and blues. 
“Pelo Segao” (2018), con producción de Xavier Foks y Luis Senén Fernández, es el primer LP del cantautor asturiano. Su baza es un concepto bien digerido, basado en fundir con naturalidad los géneros musicales actuales con la tradición folk asturiana. 
La tonada, “Al atapecer la planta”, una de las cimas del álbum, suena potente y radiante, con el subidón propio de los temas rockeros de culto (Kiss o Black Sabbath). 
El folclore está tan presente y tratado con tanto respeto que no pierde su esencia cuando en canciones como “La mio morena” hace suya la letra llevándola a un plano más inclusivo y actual en el que los celos dan paso al concepto de libertad o cuando en la tonada “Adiós llugarín de Pion” imita con la guitarra el típico floreo con el que la gaita hace una introducción en las tonadas. 
Un disco capaz de combinar lo más tradicional con lo más vanguardista. Una voz potente, una ejecución impecable y un sonido nuevo y personal que hacen que cada tema suene absolutamente contemporáneo. “Ún de Grao” logra devolver al folclore lo que siempre fue su esencia, que las canciones populares fueran algo vivo durante siglos, cuando iban pasando de mano en mano y se iban reescribiendo.
Formado por:
Guitarra acústica y voz: José Martínez Álvarez. 
Batería: Luis Senén Fernández.
Bajo eléctrico: Luis Senén Fernández. 
Saxo: Pepín de Muñalén. 
Guitarra eléctrica: Rubén Álvarez.
Contrabajo: René Ispierto.


1. ¿Cómo te iniciaste en el mundo de la música y cuál era o es la motivación?
La principal influencia fue, sin lugar a duda, la figura de mi difunto padre (murió de cáncer en 2010), que tocaba la guitarra y cantaba en el coro de mi pueblo (Grado-Asturias). 
Fue capitán de la marina mercante, y había aprendido infinidad de canciones en sus viajes, principalmente música sudamericana. 
Era una persona muy animada y solía arrancarse a tocar y cantar cualquier día en casa o en encuentros en los que hubiera una guitarra por ahí, lo cual era muy frecuente en mi infancia.
Con esa referencia, lo más normal es que desde crío te apetezca emular a tu padre, ¿no?
En el verano del 89, con once años, empecé a tocar la guitarra, al principio nos daba clases Gonzalo, el cura del pueblo de al lado, pero aquello duró poco, en seguida se cansó de dar clases “de gratis” a tanto pieza que había por allí suelto. 
Recuerdo que íbamos mi hermano y yo que, dentro de lo que cabe, nos comportábamos y ensayábamos algo, pero en el resto del alumnado abundaba más la afición a liarla que a tocar la guitarra, por decirlo de alguna manera, y, claro, aquel buen hombre acabó por cansarse y dejarlo. 
Lo siguiente fue una época de autoaprendizaje, con métodos y partituras que iban cayendo en mis manos, fase que duró hasta después de acabar la carrera, en torno a 2002, que fue cuando tuve la suerte de poder asistir a clase con Rodrigo Sturm, buen amigo y excelente guitarrista. Aquello duró unos meses tras los cuales volví al método autodidacta hasta que me establecí en Gijón, en el año 2007, momento en el que contacté con la Escuela de música Tradicional “La Quintana” y empecé a plantearme la formación musical, tanto en el aspecto teórico como en el práctico, desde un punto de vista más serio que desembocaría, finalmente, en una dedicación profesional en exclusiva. 

2. ¿En qué proyectos musicales has participado y cómo ha sido tu evolución con tu proyecto “Ún de Grao”?
Estuve muchos años tocando solo, hasta que con diecisiete años me metí en un grupo de tendencia heavy-metalera llamado “Carneiro puñetero”, con los que dejé de lado la española y empecé a darle a la eléctrica. Estuve tocando con ellos desde muy finales del 95 hasta que me fui a la universidad de León en octubre del 96 y allí prácticamente se acabó esta aventura, exceptuando algún bolo suelto que creo recordar que dimos. 
En esa época tuvimos algún otro grupo de tendencia más cercana al punk, que duró también muy poco, pero con el que creo que llegamos a dar algún concierto. No recuerdo su nombre, pero sí sus componentes. 
Si mal no recuerdo, no fue hasta después de acabar la carrera, en 2001, cuando retomé mi participación en grupos. En esa época toqué en varias bandas principalmente de versiones de rock setentero. 
En torno a 2005, conocí de cerca el ambiente de la música tradicional asturiana y aprendí a tocar la guitarra con afinación abierta, lo cual me abrió otros horizontes que pronto me llevaron a juntarme con algunos colegas y formar varios grupos de música tradicional asturiana. 
Entre los años 2008 y 2016, que fue cuando nació el proyecto “Ún de Grao”, formé parte de varios grupos de folk asturiano, como “Pelgares”, “Tríu Corzobeyos”, “Duerna”, “Orquesta Céltica Asturiana”, el espectáculo de música y baile “Tradicionando”, “La Bandina'l Bache” que acompañaba al cantante y multi-instrumentista “Héctor Braga”, “Degañan's”, “Cuchu”, y “Dobra”, el actual cuarteto del maestro gaitero “Xuacu Amieva”.  
El proyecto en solitario “Ún de Grao” responde a una necesidad personal que surge de la realidad de haber pasado varios años trabajando con un montón de grupos simultáneamente, con todo lo que ello conlleva. Llegó un momento en que no estaba centrado en las cosas que realmente quería hacer, no podía dedicar el tiempo que necesitaba cada grupo, no tenía tiempo suficiente para trabajar en arreglos, armonías, desarrollar nuevas ideas, o, simplemente, pararme a pensar en cuál era el camino que me apetecía tomar en cualquiera de los campos de decisión a los que se debe uno enfrentar cuando encara un proyecto artístico. 
Después de pasar por la fase de las múltiples formaciones, recuerdo cuando me puse a empezar a trabajar en armonías y arreglos para mi proyecto en solitario, la sensación. Aquello fue como una liberación, me sentí ligero como una pluma. No me podía creer el hecho de poder trabajar sin consultar a nadie, sin negociar con nadie, la enorme libertad que sentí, y la velocidad a la que ello me permitía avanzar. Recuerdo haber disfrutado como nunca de esa fase de preparación de mi primera grabación y, posteriormente, del repertorio que llevaría a los escenarios. 
Por otra parte, “Ún de Grao” surgió como un proyecto enfocado claramente al palo de la tonada, que tiene sus características diferenciales muy claras respecto a otros palos de la tradición asturiana, como la ausencia de una pulsación rítmica constante y la abundancia de melismas. Estas características hacen que el trabajo con la tonada haya que enfocarlo con un prisma muy diferente al que utilizamos habitualmente con el resto de la tradición asturiana. Creo que este hecho es una de las razones por las cuales la mayoría de los grupos de folk asturiano no profundizan en el trabajo de hacer arreglos grupales de este género tan especial, y en mi caso fue una de las razones principales por las que decidí llevar el proyecto en solitario; creí que sería más sencillo enfocar los arreglos en solitario, y, al mismo tiempo, también quise aportar mi granito de arena en la renovación de la tonada, trabajo en el que considero que todavía queda muchísimo por hacer. 

3. ¿Qué medios, colaboradores has tenido para grabar y promocionar tu música? ¿Qué encontraremos en tu último trabajo discográfico?
El último disco está grabado en Estudios 15:40, situado en un pueblo de Gozón (Asturias), con Luis Senén Fernández, haciendo las veces de técnico, y con Xavier Foks a la producción, entorno inmejorable y equipo humano de lujo que me permitió grabar tan a gusto como si estuviera en el salón de mi casa. 
Entre los colaboradores se encuentran también varias de las grandes figuras del folk asturiano, que además son personas con la que considero que es un regalo trabajar, como son Pepín de Muñalén, al saxo; Rubén Álvarez, a la guitarra eléctrica; René Ispierto, al contrabajo; y los propios Luis Senén Fernández, a la batería y bajo eléctrico, y Xavier Foks, al órgano Hammond.
En el disco tenemos una amplia gama de sonoridades, desde el intimismo de la nana “Debaxu de una panera”, interpretada con guitarra y voz, que nos llevará a un paisaje de relajación y ensimismamiento, hasta propuestas claramente rockeras como “La mio morena”, donde encontraremos una banda al completo con su batería, bajo eléctrico, guitarra eléctrica y órgano Hammond, que nos harán levantarnos del asiento y menear la melena al viento rememorando el sonido de las grandes bandas de rock setentero. 

4. ¿Cómo ves el panorama de la música? ¿Como ves el panorama musical en Catalunya?
En relación a la música tradicional en Asturias, que es lo que más conozco, veo dos mundos demasiado separados. Por una parte están las propuestas de sonidos folk “al uso”, que siguen el camino marcado por las primeras bandas que participaron en la recuperación de la tradición y beben de los sonidos y las formas de trabajar que tuvieron gran éxito en Irlanda y Escocia; y, por otro lado, hay otras propuestas en las que enfocamos el trabajo con la tradición desde otro prisma totalmente diferente, en las que creemos que hay otras formas de hacer música tradicional, que no solo son válidas, sino que incluso son necesarias para que se produzca una evolución y para ser capaces de que la tradición se convierta en un género que resulte interesante a un sector amplio de la sociedad. 
En el segundo grupo situaría a formaciones como “L-R”, “Antón Menchaca”, “Anabel Santiago” con su nuevo espectáculo, en el que fusiona tonada con electrónica, “Mapi Quintana y Elías García”, “L’aldu” y, desde luego, mi proyecto en solitario “Ún de Grao”. 
En caso de la música catalana, hasta hace cuatro días no conocía más que algunos clasicazos como “Joan Manuel Serrat”, “Lluís Llach”, o “Estopa”, pero en los últimos años he descubierto algunos artistas que me han tocado la fibra, aunque aún no les he dedicado el tiempo que se merecen, especialmente “Silvia Pérez Cruz” y “Maria Arnal i Marcel Bagés” (que ya van un par de veces que algún colega me avisa de que vienen a tocar a Asturias, pero no puedo ir por problemas de agenda), aparte de “Rosalía” y formaciones como “Love of Lesbian” o “La Pegatina”.
No es difícil observar que tenéis un tejido cultural bien asentado y bien maduro, que produce numerosas formaciones de gran variedad y calidad, sin duda reflejo de una sociedad que mima y respeta el arte, ojalá fuera así en todas partes. 

5. ¿Cómo definirías vuestra música?
Lo que yo hago es una revisión personal y sin complejos de la tradición asturiana y muy especialmente de la tonada. A la gente le encanta ponerle etiquetas como “tonada fusión” o “renovación de la tonada”, pero si te digo la verdad, a mí no me emociona aquello de poner etiquetas, creo que tiene su utilidad, pero que en la práctica muchas veces se pierde mucha información y muchos matices en cuanto metes un determinado producto en un cajón o en una estantería. 
A mí me gusta plantearlo como un proceso natural de trabajo con la tradición desde la realidad de alguien que se ha criado en las músicas de finales del siglo XX, con el consiguiente hermanamiento de todas esas diferentes formas de expresión, algo así como lograr que varias personas se entiendan hablando en idiomas “diferentes”, pero muy compatibles. 

6. ¿Cómo os planteáis los conciertos, ¿cuáles tenéis? 
Para mí cada concierto significa dos cosas que pueden parecer contradictorias, pero yo no creo que lo sean. 
Por una parte, es aquella ocasión en que tengo la obligación de intentar por todos los medios conectar con las emociones de la gente que se toma la molestia de ir a escucharme, y eso significa que lo que voy a hacer lo tengo que hacer bien, con seguridad y con confianza en lo que estoy haciendo, es la única manera que conozco de trasmitir y conectar con el público. 
En la práctica esto implica un trabajo en los días o semanas previos a cualquier concierto, debido a que la componente técnica tanto de guitarra como de voz en el repertorio de “Ún de Grao” tiene una dificultad considerable. Para poder ir con seguridad en uno mismo y poder trasmitir buenas vibraciones hay que llevárselo bien ensayado. No puedes conectar con el público si vas con dudas, inseguridades, si no dominas las canciones, etc.
También implica el cuidarse un poco más de lo normal, en el sentido de intentar llevar la voz lo más limpia posible; por tanto, no puedes andar cogiendo frío por ahí, ni forzando la voz, ni bebiendo cosas frías, etc. Por supuesto, el día anterior hay que irse prontito para la cama y dormir mínimo ocho horitas. 
Por otra parte, está la otra componente que pudiera parecer contradictoria con lo anteriormente dicho, que se refiere a mi propia emocionalidad frente a un concierto. A ver cómo me explico…, para mí esto es un sueño, ¿vale? El hecho de subirme a un escenario en cualquier ocasión, y, muy especialmente, con mi proyecto en solitario, supone un subidón de adrenalina y un chute de ilusión que no puedo comparar a ninguna otra situación vital, salvo quizá, a aquellos primeros lances amorosos de la adolescencia. 
Esto quiere decir que para mí cualquier bolo es algo sagrado, esencial, parte imprescindible de la persona que soy, el único lugar de cuantos conozco en el que puedo liberar algunas de las múltiples personalidades que habitan mi ser, el único mundo en el que no necesito distinguir entre sueño y realidad, en el que siento una plenitud real y total… Es algo difícil de explicar, pero desde luego si yo rezara a algún tipo de deidad, sería a aquella que me posee en cada concierto.

7. ¿Cuál ha sido tu mejor concierto como músico y espectador?
Como músico tengo un recuerdo precioso del concierto del 22 de agosto de 2018 en la Plaza del Ayuntamiento de Gijón en el marco del Festival de la Sidra. Fue la primera vez que toqué acompañado por un equipo increíble formado por Xavier Foks, al sonido; Tony Cruz, al Contrabajo; y Pepín de Muñalén, al saxo y flautas. También fue el primer bolo de “Ún de Grao” en la Plaza Mayor de Gijón, lo llevábamos muy trabajado y salió todo de una manera alucinantemente fluida, además de que el público estuvo de sobresaliente. Un día inolvidable sin duda. 
También tengo que citar los últimos conciertos en un local pequeño del centro de Gijón gestionado por una asociación y llamado “La Caja de Músicos”, en el cual he participado en multitud de ocasiones tanto tocando como detrás de la barra, echando una mano en las tareas de la asociación o lo que cuadrase. Allí fue mi primer concierto con este proyecto en solitario en diciembre de 2016, desde entonces llevo siete bolos allí y he de decir que la actitud tanto de la organización como del público escapa a mi capacidad para expresarlo con palabras. Los momentos de magia que me han regalado en ese lugar, sobre todo en los últimos dos conciertos que di allí, les han hecho ganarse a pulso un lugar sagrado en lo más profundo de mi corazón.  
Como espectador, tendría mis dudas, quizás el concierto que más me marcó fue el de los “Dire Straits” en Gijón en el 92.

8. ¿Cuáles son tus influencias musicales?
En mi casa se escuchaba mucho rock de los setenta, grupos como “Dire Straits”, “Queen”, “Led Zeppelin”, “Pink Floyd”, “AC/DC”, “Supertramp”, “Eric Clapton”, etc. Sin duda mis mayores influencias vienen por esa rama, aunque con el tiempo fui escuchando otros géneros, como reggae, artistas como “Bob Dylan”, clásicos del heavy metal como “Iron Maiden”, “Metállica”, “Helloween”, algo de música clásica, punk, tanto nacional como extranjero, soul, jazz, músicas del mundo, celta, etc. 

9. ¿Cuál es tu último descubrimiento musical emergente?
Sin duda los “Greta Van Fleet”, me encanta la frescura con que estos chavales se plantaron en la escena musical haciendo un rock que no desmerece en nada a los mejores grupos setenteros, y que pese a las innumerables comparaciones que se les hacen con los Zeppelin, creo que tiene una originalidad digna del máximo de los respetos. 

10. ¿Un lugar donde te gustaría tocar?
No es una cuestión en la que haya pensado, pero ya que lo preguntas, voy a decir en el 
Madison Square Garden. 

11. ¿Qué aconsejarías a un grupo emergente que empieza ahora con su nuevo proyecto musical?
Que hagan la música que realmente quieren hacer, sin pensar en el éxito o en la aceptación, que se lo planteen como una diversión y un disfrute, que trabajen muchísimo y que nunca dejen de soñar.

12. ¿Qué es lo que te apasiona de la música? ¿Crees que la música amansa las fieras?
Es un lenguaje capaz de conectar con el interior de cualquier persona en cuestión de segundos. En ocasiones me resulta extremadamente complicado entenderme con los demás por medio de palabras y conceptos racionales, pero con la música todo es diferente, todo es posible. 
Claro que la música amansa a las fieras, pero también puede hacerlas aflorar, estoy pensando en esa persona que tiene a su bestia dormida bajo mil capas de corrección, educación, normas establecidas y rutina, y, de repente, escucha la canción adecuada en el momento adecuado y se produce la transformación del Dr. Jekyll en Mr. Hyde. A veces la bestia interior ha de salir a darse un paseo y hacer de las suyas, ¿no?


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